Los barcos vikingos


Los barcos y la vida marinera son un aspecto fundamental de la cultura vikinga. Al vivir en tierras frías y pobres, especialmente los habitantes de la región de los fiordos obtenían buena parte de su sustento del mar. Durante siglos los vikingos formaron pequeñas agrupaciones de tribus que vivían de la ganadería y la pesca, además de cultivar las zonas más llanas y fértiles entre montañas y explotar los bosques. Antes de lanzarse a la piratería y a la conquista de otras tierras, desarrollaron una gran destreza en la construcción de barcos.

No utilizaban cuadernas, sino tablas imbricadas como escamas de pez. Las naves eran ligeras y elegantes, diseñadas para romper las olas y cortar el viento. Al principio solo llevaban remos, más tarde incorporaron un único mástil y una vela cuadrada que permitía aprovechar los vientos. Combinando remo y vela los barcos podían alcanzar velocidades considerables. Al ser de muy poco calado, permitían fondear en bahías y fiordos profundos, incluso en estuarios, a muy poca distancia de la orilla. Esto sería útil cuando, a partir del siglo X, los vikingos comenzaron a armar flotillas de guerra para atacar y expoliar poblaciones de los países situados más al sur, en busca de botín. Los guerreros podían saltar directamente de la nave a la orilla de la playa, en aguas poco profundas, e iniciar un ataque fulminante a las aldeas costeras.

Hay varios tipos de barcos vikingos, pero los más conocidos son dos: el carguero o mercante, llamado knarr,  y la gran nave de guerra o drakkar. Este nombre ―dragón― se debe a que muchos barcos iban decorados con mascarones de proa en forma de grifos, dragones u otros animales fantásticos. Otra nave de guerra menor, y muy ligera, era el llamado snekke.

La parte más costosa de un barco vikingo era la vela. Requería el trabajo de muchas tejedoras durante meses, de ahí que fuera el elemento más caro. Normalmente era de lana y se podía pintar, formando rayas u otros patrones, y se solía cubrir con sebo o ceras para hacerla impermeable y resistente a la humedad. Estos detalles aparecen ilustrados en la novela con la gran vela roja de la nave de Egill, que casi hipoteca la economía familiar. Aunque la lana no sea un material inflamable, la cobertura grasa y el tinte pueden hacer verosímil la imagen de una vela ardiendo en un combate naval.

Era típico en los barcos de guerra colgar los escudos de los guerreros sobre los soportes de los remos, a ambos lados de la borda.

Los vikingos no solían adentrarse en alta mar. Bordeaban las costas sin perder de vista la tierra. Las expediciones de los navegantes islandeses hacia lo que hoy es Groenlandia y América fueron una excepción.
De los vikingos también nos viene el término “estribor”, o lado derecha de la borda de un barco. Procede de la palabra styr, el remo grande, situado a popa y a la derecha de la nave, que se utilizaba como timón. Estribor es, pues, la parte de la borda donde se ubica el timón.

Los marinos vikingos se orientaban por el sol y la geografía terrestre durante el día. Por la noche, se guiaban por las estrellas y sus constelaciones.

En cuanto a los nombres, los barcos vikingos solían llevar nombres más o menos pomposos, a menudo de mujeres, diosas, reinas o señoras importantes. En la novela aparecen nombres como Skuld (nombre de la norna o diosa del destino) y Saehild, la esposa de uno de los personajes. 

Los barcos también eran utilizados como monumentos funerarios. Reyes, príncipes y nobles eran enterrados en sus naves, bajo túmulos. El hallazgo de estos enterramientos ha arrojado mucha luz sobre la vida y las costumbres de los antiguos vikingos. El más famoso es el barco de Oseberg, que se conserva en el Museo de barcos vikingos de Oslo.

Completo artículo sobre los barcos vikingos: 

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