Los vikingos, un reportaje de Pedro Silva

Por gentileza de Pedro Silva, escritor e historiador, publico aquí la traducción al español de su reportaje "A saga dos Vikings", publicado en una revista cultural portuguesa, Plenitude.

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Altos, rubios y fuertes, esta es la imagen tradicional de los vikingos. A estos rasgos se les puede añadir, según la versión novelesca, sus cascos con cuernos ―que está comprobado que no eran así, pues el yelmo vikingo era cónico y liso―. Procedentes de Escandinavia, su civilización floreció entre los siglos VIII y XI, fruto de una enorme resistencia y de un espíritu indomable, al que se unía su impresionante físico. La palabra vikingo se aplicó a un conjunto de pueblos nórdicos formados por temibles guerreros y marinos que, desde las tierras altas de Europa, surcaron los mares hacia el sur, saqueando pueblos y ciudades próximos al litoral desde la misma Escandinavia hasta las islas británicas, pasando por otros países del norte europeo.


Una de las proezas más célebres que se atribuyó a los vikingos fue la de ser los primeros en desembarcar en las costas de América del Norte, siglos antes que lo hiciera Cristóbal Colón. El responsable de tal hazaña fue Leif Ericsson, hacia el año 1000. Natural de Islandia, llegó a lo que hoy es Groenlandia y la bautizó como Vinland ―tierra vikinga―, fundando una colonia en el actual Canadá, tierra que llamó Leifsbudir.

A pesar de que fueron temidos guerreros, los vikingos poseían una fuerte vocación mercantil, hasta el punto de establecer relaciones comerciales con algunas naciones importantes que no consiguieron doblegar por la fuerza de las armas. El mismo nombre que se les atribuyó, vikingos, puede estar relacionado con el concepto de mercado, pues el término vik o wik significa esto. Hedeby es un yacimiento arqueológico que arroja luz sobre el cariz mercader del pueblo vikingo.

Otra versión afirma que el término deriva de la palabra nórdica vik, que podría significar bahía o ensenada ―¿tal vez fiordo?―. Esta, adaptada al siglo IX, vendría a equivaler a expedición marítima, dando este nombre a los señores del mar.

Los vikingos eran oriundos de tres países actualmente reconocidos: Noruega, Dinamarca y Suecia. Los vikingos noruegos conquistaron algunas ciudades del sur de Inglaterra, Escocia y las Islas Feroés. También fueron los fundadores de Islandia en el año 825.

Los suecos avanzaron en el inhóspito territorio de Rusia, y el monarca Rurik, de origen vikingo, fundó el primer reino ruso. Los vikingos suecos abrieron rutas de navegación muy largas, llegando a comerciar con Constantinopla y el Imperio Bizantino.

Por último, los daneses, entre todos los pueblos vikingos, fueron los que destacaron más por sus conquistas, quizás por el hecho de que se trasladaron al sur, donde su impacto fue mayor. Fueron los daneses quienes conquistaron parte de Francia e Inglaterra. Al final de su historia, su dominio se concentró en la costa inglesa por medio del rey Knut el Grande, hacia el 1040. Este monarca, que acompañó al padre de la conquista de Inglaterra, salió victorioso frente a Edmundo II en 1016, alcanzando así el ambicionado cetro inglés.

El clima en los países vikingos sufrió grandes alteraciones. En los primeros siglos de nuestra era hubo una época cálida, en la que el manto blanco de hielo se retiró hacia el norte, dejando al descubierto grandes llanuras cuajadas de miles de lagos y bosques frondosos de donde obtener abundante madera. Los nórdicos construyeron embarcaciones, livianas y veloces, para trasladarse entre la maraña de lagos e islas, y se convirtieron en grandes expertos en la fabricación de canoas. Al mismo tiempo, la agricultura fue ganando importancia y les proporcionó mayor abundancia y variedad de alimento. Esto provocó un aumento de población que llegó a competir con los pueblos del sur de Europa.

La introducción del hierro en esta cultura fue esencial y se dio al mismo tiempo que el Imperio Romano se desmoronaba. Los pueblos nórdicos abrieron brecha por todo el continente europeo. Los del sur habían vivido en gran prosperidad mientras los nórdicos, acantonados en sus terruños, se preparaban para su aventura.

Durante sus primeras incursiones al sur, los vikingos eran un pueblo bastante unificado, con una lengua común, el antiguo nórdico. Con el pasar del tiempo y el crecimiento de los pueblos, como los Gotar y los Svear ―con sede en Estocolmo― se fueron escindiendo y se crearon los reinos de Suecia, Noruega y Dinamarca.  Noruega surge como potencia independiente por la acción del rey Harald, apodado Cabellera Hermosa. Dinamarca siguió el mismo rumbo, tal como muestran los restos arqueológicos. Si hacia el año 800 la zona nórdica contaba con más de dos millones de habitantes, tres siglos después la población aumentó. La necesidad apremiante de expansión, de procurar más fuentes de riqueza y sustento para una masa humana de características fuertes y rudas, unida a la visión romántica de su pasión por los viajes y la exploración de lo desconocido, comenzó a espolearlos fuera de sus tierras.

Entre los años 793 y 795 se produjeron las primeras incursiones vikingas en las costas inglesas.  Por primera vez las gentes conocieron el poder físico y belicoso de los pueblos nórdicos. De pronto, los vikingos comenzaron a ganar una fama de guerreros implacables que los inmortalizó. Pocos años después, a finales del siglo VIII, explorando las costas del norte de Europa, los vikingos centraron su atención en el territorio de los francos. En aquella época era un imperio floreciente bajo Carlomagno, que consiguió unificar a muchos pueblos entorno al cristianismo. Las incursiones en el territorio franco prosiguieron en los años siguientes. Alcanzaron el río Sena y París. Poco después llegaron a las costas españolas. En el 866, los vikingos suecos arribaron al mar Caspio. Tras el descubrimiento de Groenlandia ―lugar de gran importancia para los nórdicos― Sven Barba Cortada cristianizó Dinamarca en el año 985, dando un paso importante en el cambio de hábitos de los vikingos, que vino a terminar con su imagen de guerreros feroces.

Aprovechando el contexto histórico, Knut el Grande fundó su imperio en el 1019, incluyendo el trono de Inglaterra. Este periodo de esplendor fue también el canto del cisne para la cultura vikinga. En 1041 falleció Ingvar el Gran Viajero. Este monarca sueco encontró el reposo eterno en Siria, donde intentaba defender con sus tropas el avance musulmán. Desde entonces, sus descendientes, menos aguerridos, se volvieron más vulnerables y las invasiones islámicas arrasaron con todo cuanto se les puso por delante en el sudeste de Europa. Solo Bizancio resistió, hasta entrado el siglo XV, pero acabaría cayendo también bajo el empuje otomano. Con la muerte de Ingvar el Gran Viajero se puede decir que la cultura vikinga como tal llega a su ocaso.

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